Puntos fuertes de Aragón

Una de las recomendaciones clásicas del mundo de la estrategia, tanto en su aplicación a los ámbitos militares como a cualquier otra faceta de la vida, consiste en dirigir la acción desde los puntos fuertes propios a los puntos débiles del adversario. Y otra, no menos extendida, previene sobre la obsesión por disminuir la debilidad de los puntos débiles en detrimento de una dedicación más concienzuda a mejorar los fuertes, porque muchas veces la rentabilidad marginal del primer esfuerzo es enormemente menor que la del segundo.
Con estas recomendaciones, y con el afán de contribuir a la mejor estrategia de Aragón para ganar la batalla de la competitividad frente a las Comunidades limítrofes, y frente a todas las demás, sugiero, para su mejor explotación, la reflexión sobre siete puntos fuertes que, a mi modo de ver, tiene Aragón. Y he elegido siete no porque carezca de otros, sino porque ese número bíblico evoca desde antaño la idea de plenitud e inmensidad, cualidades ambas que animan al combate en cualquiera de los campos en que éste deba darse.
Aragón tiene suelo, mucho más que cualquiera de las Comunidades que nos rodean, salvo Castilla. Y ese suelo, entre otras posibilidades, permite ofertar espacios para que la red ferroviaria de mercancías europeas enlace el Mediterráneo, el Atlántico, y Europa, a través del Pirineo central, mostrando el lugar más adecuado para albergar la gran instalación logística necesaria para el cambio de ejes del ancho español al europeo.
Aragón tiene una situación envidiable: región central entre los arcos mediterráneo y atlántico, y etapa obligada de la diagonal continental que une Berlín con Lisboa, pasando por París y Madrid. Esta circunstancia, verdaderamente privilegiada, obliga a pensar que no solo la logística es la forma de explotarla, sino que existe un amplio abanico de posibilidades, muchas de ellas ligadas a las modernas tecnologías emergentes, que pueden concretarse en proyectos para los que nuestro territorio ofrece mejores expectativas que los territorios circundantes
Aragón tiene agua, con una reserva hídrica estatutaria, reconocida recientemente por el Tribunal Constitucional. Y el agua no solo propicia industria y servicios, sino también, junto con el suelo, el florecimiento de la agricultura. El desarrollo de los regadíos, la fijación de población al medio rural que un sector agrario floreciente conlleva, y la industrialización de las zonas de producción de materias primas agrícolas y ganaderas, aprovechando aquellas fases productivas que incorporan mayor valor añadido, son, entre otros, desafíos de explotación del agua en los que se puede lograr la excelencia.
Aragón tiene “medula gris”. En estos momentos, nuestra Comunidad, a través de la Universidad, es un referente mundial en investigación relativa a la nanotecnología, la biorrobótica y la tecnología de fibra óptica. En torno a estos tres ámbitos, junto con la biotecnología y las ciencias cognitivas, puede pivotar un proyecto tecnológico ambicioso que haga de Aragón una Comunidad líder en esta materia.
Aragón no solo tiene energía, sino que es una auténtica potencia energética. El valle del Ebro alberga en su seno todos los elementos que conlleva un buen desarrollo energético, como son la I+D, las centrales de carbón, las plantas eólicas, los saltos de agua, las redes, y los ciclos combinados. La importancia estratégica de la producción de carbón limpio con captura y almacenamiento simultáneos de CO2, y el uso industrial de los residuos, lo que constituye una central limpia, se encuentran al alcance de sus posibilidades, y con ello la explotación de esa enorme ventaja competitiva que en materia energética posee nuestro territorio.
Aragón tiene la Academia General Militar en Zaragoza que, junto con la Academia de Logística en Calatayud, le otorga una indiscutible ventaja comparativa frente al resto de territorios españoles. La amplia internacionalización de los estudios militares y el fuerte impacto industrializador que el alto grado de investigación en ese ramo existe, pueden propiciar en ambos campos, educativo e industrial, un salto cualitativo y cuantitativo. La Academia General Militar, en línea con las academias de West Point, Sandhurst y Saint Cyr, puede constituir un punto de irradiación y de atracción internacional desconocido hasta el momento.
Y por último, en Aragón se habla una lengua común a más de cuatrocientos millones de personas, la segunda lengua occidental, otorgando una indiscutible ventaja comparativa frente a ciertas Comunidades de nuestro entorno. La lengua no es solo un factor cultural, sino también, y de manera cada vez más decisiva, un auténtico factor económico si se trata adecuadamente. La ambición de convertirse en puente entre Europa e Iberoamérica, que tanto obsesiona a algunos países europeos y en cuyo afán España tiene una clara ventaja, puede encontrar en Aragón un centro aglutinante de innumerables iniciativas que lleven inseparables, como las dos caras de una moneda, la vertiente cultural y la económica.
Como he dicho al principio, me he ceñido a siete por la evocación bíblica de ese número; pero son más los puntos fuertes que Aragón tiene frente a sus competidores. Saber explorarlos y explotarlos constituye, a mi juicio, una de las claves del éxito del futuro.

3 respuestas to “Puntos fuertes de Aragón”

  1. María Pilar Clau Laborda Says:

    Los siete puntos son importantes, pero, como de los demás se ha hablado bastante, creo que estamos en el momento de incidir en el cuarto, en la «médula gris», en el conocimiento. Aragón está ya a la vanguardia de la nanotecnología a escala internacional, y tiene talento, instrumentos e infraestructuras para liderar otros ámbitos de la investigación y de la tecnología.

  2. Pau Llanes Says:

    En general estoy de acuerdo con tus reflexiones y propuestas. En todo caso me quedo con la última, cuando relacionas positivamente cultura y economía. Por supuesto que la cultura genera economías… y resulta cuanto menos estúpido seguir leyendo y escuchando que la cultura es simplemente un «gasto» prescindible, es decir, un «lujo», un gasto «suntuario»… La realidad es que siempre en periodos de crisis se prescinde de lo cultural en los presupuestos públicos o se recortan hasta límites intolerables…

    Hace décadas se conocen cifras «reales» sobre el impacto económico de lo cultural en las más variadas áreas, desde su condición fundamental para el desarrollo del turismo y el ocio cultural hasta su cualidad como valor de imagen y comunicación para cualquier país que quiera progresar y competir en todo tipo de mercados. Los ejemplos son tantos y tan elocuentes que no vale la pena demorarse en ellos… La cultura, las industrias culturales, son eficientes manantiales de economía sostenible y además con un extenso y profundo caracter social, muchísimo más redistributivas que otras industrias o sectores productivos, por ejemplo el del «ladrillo», más especulativas que productivas socialmente … ¿Han hecho cuentas alguna vez de cuánta gente y en qué medida (económica) participan en los costes de producción de una exposición, de un libro? ¿Han pensado en la cantidad de gente que vive directamente o indirectamente de la organización de un festival o de las fiestas de cualquiera de nuestros pueblos?

    Exportar e importar cultura, educación, no es un mercado desdeñable… Crear productos y tecnologías «culturales», inventar productos culturales, vender contenidos culturales, requieren más que inversiones descomunales voluntad y generosidad a manos llenas… De eso, precisamente, desgraciadamente, carecen quienes deberían hacerlo posible. Y paciencia…

    Más de treinta años dedicado a la creación y a la gestión cultural y vueelvo a descreer que mi país, Aragón, incluso España, tengan futuro con esos sentidos. Acaso por eso estoy «exiliado» al otro lado del océano, aquí donde la cultura y la educación todavía son palabras cargadas de intenciones y esperanzas de progreso, mantienen sus valores intactos…

    ¿Qué hacer después de la última década de depredadores culturales anclados en las poltronas institucionales de la DGA, en las diputaciones provinciales, en sus Institutos y demás fundaciones creadas para su rapiña y manejos inconfesables? ¿Qué hacer frente a ese paisaje de desolación y enredados en tal trama de intereses bastardos que nada o muy poco tienen que ver con la voluntad y la generosidad de la gente de la cultura y la educación? Además, somos gente prescindible, listos para la eutanasia involuntaria…

    Gracias de nuevo, Modesto, por tus reflexiones esperanzadas… pero… ¿todavía hay tiempo? ¿ganas? ¿coraje?

    saludos… desde México, al otro lado…

    Pau Llanes, heterónimo, ni más ni menos…

  3. José María Cejador Gracia Says:

    Me parece muy acertada su apreciación, pero creo olvida otro punto muy importante que también tenemos (y en abundancia).
    Se trata de nuestro patrimonio Histórico-Paisajístico-Cultural.
    Lo hago notar en un breve estudio que he enviado a su Departamento de Estudios Turísticos. En el no pido absolutamente nada y tampoco se trata de un proyecto empresarial. Tan solo pretendo que la Administración Autonómica tome conciencia de este hecho. Par favor: Dele un vistazo
    En otro aspecto: ¿Tiene Ud relación familiar con otro Sr. Lobón de la Empresa GIESA, al que conocí de aprendiz?. Yo tengo actualmente 66 años.
    Un atento saludo.

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